dilluns, 21 d’abril del 2008

NORTHERN EXPOSURE TUNEADA vol 2


Finalmente Joel Fleischman se fue. Primero de Nueva York y después de Cicely. Quién sabe, cada vez que se marchaba iba a sitios con menos gente que el anterior. Decidió que el próximo lugar sería fuera de Estados Unidos, y lo que tenía más a mano para viajar eran trineos y un estrecho de Bering apetecible. Últimamente era frecuente la sensación que tenía de andar perdido, vencido por los elementos que él creía controlar, le robaron la felicidad el día que perdió la ilusión. Además, ya no podía más con Maurice, después de lo del scaner, y de impedirle la entrada al mismo, sus ilusiones científicas brillaban por su ausencia. Viejos fantasmas, antiguos amigos o nuevas amistades, lo que tocaba a su alrededor se venía abajo, y debido a su carácter se sentía responsable. La única manera, pensó mientras bebía un trago de whisky destilado en el alambique de Holly, era desaparecer. El lugar decidido se lo debe a Ed. En una ocasión, cuando vino a la consulta por un rebrote de su escepticismo habitual, que le había llevado a no dormir en tres noches (se había dado cuenta que jamás conocería a Scarlett Johansson), le interrumpió en medio de la anamnesis para preguntarle por el título de una película que tuviera nombre de lugar. Sin pensarlo dos veces le dijo un vocablo extrañísimo, como ruso: Kamtchatka. Después de un psicoanálisis exhaustivo a Ed y de decirle que él tampoco conocería a la musa de Allen y que no por ello dejaría de dormir, abrió el portátil y miró en el google: península volcánica situada en Siberia, con una población de 402500 habitantes en un espacio de 370000 kilómetros cuadrados. El lugar donde se instalaría, Petropavlovsk-Kamtchatski al pie del monte Koriakski.

La serie de Kung-Fu marcó el resto de su vida, no por el aspecto de locatis y de skinhead oriental del Maestro Po, sino porque el pequeño saltamontes solamente paseaba una bandolera, y decía que lo imprescindible para vivir cabía dentro, el resto era superfluo. Teniendo en cuenta este principio, cada vez que Joel se mudaba, tiraba media casa a la basura. En esta ocasión, debería hacer una excepción, los trineos tenían una capacidad limitada y debía ser todavía más selectivo… de todas formas, el MP3 no lo dejaría, no podía vivir sin música, el único lenguaje que le había reconfortado siempre, con el que no tenía resentimiento y al que no estaba dispuesto a renunciar.

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