Al parecer la noticia del año, probablemente de la década o incluso de la historia del pueblo. Desde la K–OSO y entre versos de Whitman en Hojas de hierba: “yo me celebro y me canto a mi mismo, y de lo que me apropie te debes apropiar, pues cada átomo mío te pertenece. Ando vagabundo e invito a mi alma a que también lo haga”, Chris anunció el avance tecnológico de la región sin levantar demasiado la voz. Iban a montar un TAC, un escáner con doble fuente de rayos X, el último grito en tecnología médica de imagen en Cicely. Era el modelo de mayor resolución espacial y temporal del mercado, prácticamente sólo existían algunas de estas máquinas en Alemania y algún otro país europeo, Holanda creo, pero más bien de forma aislada. El lugar escogido, un pequeño almacén que quedaba justo en la salida de atrás de la consulta del doctor Fleischman.
Maurice Minnifield, exastronauta y multimillonario, ahora cacique del pueblo, cultivaba entre otras aficiones, la de la anatomía animal, le tenía obsesionado. Así que el motivo de la compra de aquel aparato no era para el diagnóstico de enfermedades humanas, sino básicamente, para reconstruir en 3D las estructuras internas de la diversa fauna local que cazaba, y elaborar con ellas un atlas, que en palabras suyas “ sería la envidia de mis compañeros de la NASA, un canto a la ciencia de la disección contemporánea”.
Por cierto, el señor Minnifield, había sido el miembro fundador y presidente honorífico de Greenpeace en Juneau, la capital del estado, cuando lo del Exxon Valdez en el invierno de 1989 y la CNN cubría la noticia las 24 horas del día.
