diumenge, 15 de novembre del 2009

. ALL GONE TO LOOK FOR AMERICA


Pasan las décadas y sin quererlo ya estamos a punto de coronar la Tercera Edad de la Tierra Media, aunque sigamos en el mismo espacio, California, en el mismo lugar donde nunca llueve, en la misma vieja Comarca y con las mismas barbas.



Es cierto que cambiamos de casa, y del Forum de Inglewood transportamos aros, balones, taquillas de vestuario y ropa de entrenamiento a un lugar más aseado y espacioso llamado Staples Center, pero seguimos en el camino. Con la mudanza dejamos atrás complejos, remordimientos, aprendimos a controlar la incertidumbre y en lugar de bajar la mirada levantamos la cara y dirigimos nuestros ojos a los suyos, crecimos en centímetros, en sabiduría y perdimos el miedo.



Los locos del básket, los de las madrugadas frente a la televisión, los extraños pioneros españoles del oeste americano que encontraron el Dorado y lo barnizaron con plata, el nadador madrileño tuneado a pívot que retó en duelo a los pistoleros de Portland, el amigo de Bobby Knight y su letanía extraña del corte de UCLA. Nosotros, ellos, pacientes del DSM IV (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders).



Y resulta que en este momento cumbre de la Tercera Edad, a horas de quemar Mordor y el pánico a lo inalcanzable que tanto se había incrustado en nuestro genoma, el anillo del poder nos espera. Se fragua, pule y abrillanta para que el loco egregio de Sant Boi, el elegido, un insensato de 216 centímetros, pelo rebelde y andar amplio se disponga a colocárselo en el dedo, a recoger los frutos que otros, décadas antes, habían sembrado.



Porque este anillo forjado en el psiquiátrico de una cancha de baloncesto es un poquito nuestro, de Héctor Quiroga, José Félix Pons, Ramón Trecet, Pedro Barthe, Andrés Montes, A punto Daimiel, ..., de Epi, Corbalán, de Buscató y Emiliano, de todos los que en algún momento, antes de pegar un puntapié a la pelota, la cogieron con la mano, la acariciaron y como si estuvieran en el interior de Odisea 2001, miraron al cielo en lugar del suelo.



Y se ajustaron las cuentas, y se coló como un texto de David Foster Wallace dentro un tratado de Anatomía Humana española, y se descontextualizó y culminó su obra con un episodio de CSI Miami.




" O bien el tornado simplemente ascendió de nuevo inmediatamente después sin ninguna razón (son así, no obedecen ningún esquema, suben y bajan guiados por algo que podría ser su voluntad), o bien no era un tornado de verdad. Después de aquello la competencia tenística de Antitoi siguió mejorando, pero la mía no"
DFW. Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer. Literatura Mondadori. Página 32

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